domingo, 21 de julio de 2013

MIÉRCOLES DE LA 16 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año impar (Lecturas)

Exodo 16,1-5.9-15
Salmo 77: El Señor les dio un trigo celeste
Mateo 13,1-9

Exodo 16,1-5.9-15

Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto. La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad." El Señor dijo a Moisés: "Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario." Moisés dijo a Aarón: "Di a la comunidad de los israelitas: "Acercaos al Señor, que ha escuchado vuestras murmuraciones."" Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube. El Señor dijo a Moisés: "He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios."" Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron: "¿Qué es esto?" Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Es el pan que el Señor os da de comer."

Salmo 77: El Señor les dio un trigo celeste

Tentaron a Dios en sus corazones,
pidiendo una comida a su gusto;
hablaron contra Dios: "¿Podrá Dios
preparar una mesa en el desierto?
R. El Señor les dio un trigo celeste

Pero dio orden a las nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste.
R. El Señor les dio un trigo celeste

Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Hizo soplar desde el cielo el levante,
y dirigió con su fuerza el viento sur.
R. El Señor les dio un trigo celeste

Hizo llover carne como una polvareda,
y volátiles como arena del mar;
los hizo caer en mitad del campamento,
alrededor de sus tiendas.
R. El Señor les dio un trigo celeste

Mateo 13,1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."

viernes, 19 de julio de 2013

Lucas 10,38-42: Betania. por M. Dolors Gaja, M.N.



Comentario por M. Dolors Gaja, MN:
"Betania"

En el camino hacia Jerusalén, un alto. Jesús ama el hogar y en Betania tiene “casa propia”, la de sus amigos. Betania quedó para siempre, en la comunidad cristiana, como paradigma de la comunidad que acoge a Jesús. Betania es descanso para el corazón, casa de amistad, mesa compartida, servicio y escucha de la Palabra.

Obviamente, Jesús iba con sus discípulos. Pero en la escena no hay varones, ni siquiera está Lázaro que, como hombre, era el anfitrión. Los comentaristas suelen hablar de Marta – quizá por hallarla en su papel de ama de casa – como de la hermana mayor. De hecho Lucas nos dice que Jesús fue recibido en “casa de Marta”.

Hospitalidad 

Betania encarna el principio básico de la hospitalidad, tan sagrado en Oriente. A Jesús le gusta “ser acogido” y vivir en familia. Acepta con normalidad ser huésped de Zaqueo, de Mateo, de Simón… y  convierte la casa de Pedro en su sede misional. Habría pues que preguntarse hoy si yo acojo a Jesús, si mi vida y mi corazón es para Él lugar de reposo; si mis obras son “plataforma” para difundir el evangelio, si mis afectos y sentimientos son evangelizados con su Palabra. No deja de ser oportuno recordar que a nuestro Dios le gusta andar en familia, sentirse “en casa”.

Juego de miradas 

Imaginemos la escena. Cotidiana, normal. Dos mujeres que aman entrañablemente a Jesús. Una lo sirve, otra lo escucha. Son aspectos del mismo amor, irisaciones de la misma luz. María mira a Jesús, es su centro. Pero Marta, que se desvive por Jesús, mira a María. Y entra, sin darse cuenta, en esa fuente de sufrimiento que para todo corazón es la comparación.

Marta compara su quehacer con el “quehacer” – que también lo es– de María. Las comparaciones son siempre fuente de descontento. Porque, además, cuando hay comparación, uno tiende a imponer una visión o carisma.  Desde el momento que Marta ha comenzado a mirar a María ha nacido en ella un monólogo interior de refunfuño que acaba –como pasa con esas cosas– por verbalizarse: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»

Probablemente si María se hubiera ofrecido a ayudar a Marta ésta la hubiera despachado de su lado con un “quita, quita, que ya me apaño yo sola y además acabo antes”. Marta no quiere ayuda, no la precisa. Además, para ella es un honor y un orgullo agasajar al huésped. Pero la inquietud ha entrado en su corazón desde que ha dejado de mirar a Jesús para “mirar” qué hace su hermana.

Imagen de la Iglesia 

San Ambrosio decía que “no hay sólo una manera de ser santos”. La Iglesia se enriquece con los distintos carismas y todos son necesarios. El servicio y la contemplación pueden “parecer” distintos pero el servicio sólo es válido si nace de la contemplación y ésta sólo es fiable si lleva a la acción. Contemplativos en la acción.

No obstante algún comentarista ve en las dos hermanas la representación del Israel de los tiempos post-pascuales. María, sentada a los pies de Jesús como discípula –algo absolutamente inusual– encarnaría la apertura de Israel a la novedad que trajo Jesús. En ese sentido, y sólo en ese, se entiende el elogio de Jesús: sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.

Cuando Lucas escribe esto la iglesia naciente anda a la greña: judeo-cristianos y cristianos venidos del paganismo se miran unos a otros en lugar de centrar la mirada sólo en Jesús. El Maestro deja clara la norma: sólo quien le escucha puede llamarse discípulo.

De transfondo, Nazaret 

A Jesús nunca se le ocurrió lo que durante siglos han alimentado comentaristas al hablar del evangelio: que un tipo de vida –la consagrada frente a la laical, la contemplativa frente a la activa…- fuera mejor que otra.

No pudo ocurrírsele porque Él vivió en Nazaret, con su madre, la fusión perfecta del “lado marta” y el “lado maría” que quizá todos tenemos. María es la mujer perfecta, la que une en sí toda forma de santidad: Ella es primacía de la Palabra y del Servicio. Por eso es Madre y Figura de la Iglesia.

Lucas 10,38-42: Sentarse a los pies de Jesús, por Mons. Francisco González, S.F.




Comentario por Mons. Francisco González, SF.

Hoy nos encontramos con otro pasaje fabuloso: Jesús con sus amistades, y éstas son dos mujeres. Da la impresión como que ha dejado que sus apóstoles marchen hacia delante mientras él visita a esta familia que tanto ama. Sólo están las dos hermanas, Marta y María. Marta, tal vez la mayor y más responsable se dedica completamente al ejercicio de la hospitalidad, a preparar todo para que a Jesús no le falte nada, pues después de tanto caminar, de no siempre tener una comida digna, e ir corriendo de un lugar a otro, Marta "se afana", para que todo esté en orden y no falte de nada.

Todo este trajín le crea angustia y echa unas miradas a su hermana María, que sentada a los pies del Maestro, lo único que hace es escucharle, sin poner atención a su hermana mayor. Finalmente Marta, y en esto yo veo el gran amor entre todos ellos, critica a Jesús su indiferencia, pues aunque la ve trabajando con tanto empeño, no sugiere a la joven que se levante y ayude a la hermana.

Jesús responde repitiendo el nombre dos veces: "Marta, Marta: andas inquieta, nerviosa, preocupada por tantas cosas, y la verdad es que no hay necesidad de tanto. María ha elegido escuchar la palabra, escucharme a mí, como una buena discípula...ha sabido elegir lo mejor y nadie se lo quitara".

El comentario e interpretación de estas palabras de Jesús han llenado centenares, miles de páginas en especial defendiendo algo que no me parece correcto, y es esa opinión que basada en este pronunciamiento del Maestro defienden algunos que nos han querido decir que la contemplación es mejor que la acción, cuando lo más probable es que ambas son aspectos diferentes de una misma realidad.

Jesús no critica el trabajo o la virtud de la hospitalidad que Marta está demostrando, pero sí que le anima a ver desde otra perspectiva todo lo que está haciendo, para que eso no le cause fatiga y mal humor, cuando debería estar disfrutando de la presencia del amigo que ha venido a visitarles. La comida y la mesa bien puesta es importante, pero no tanto como las personas que se sientan a la misma.

Jesús alaba a María pues ha elegido darle a Él toda la atención, escuchando e interiorizando toda palabra que Él pronuncia, de hecho Él es la Palabra, y al escucharla le está aceptando a Él, como una verdadera discípula, algo muy nuevo en aquellos momentos de la historia ya que las mujeres no se sentaban a los pies del maestro a escucharle.

Lo que cada una de las hermanas está haciendo, al ponerlas juntas se podría llamar, como ya algún santo lo ha hecho, "contemplación en la acción".

Marta nos da una lección: abrir las puertas y hacer que los que nos visitan se encuentren como en su propia casa, lo que solemos expresar con nuestro: "Mi casa es tu casa". María nos da la gran lección de escuchar al Maestro para, al dejarnos penetrar por su palabra, nos vayamos acercando a Él más y más hasta convertirnos en verdaderos seguidores.

En nuestras iglesias y salones parroquiales se menciona muchos nombres de famosos teólogos, filósofos, santos de una época u otra. Tal vez necesitemos fijarnos más y más en esa posición y actitud de María: Sentarnos a los pies del Señor y escucharle con todas nuestras facultades.

Estamos en medio de la nueva evangelización, y con la mejor voluntad estamos dispuestos a hablar y más hablar, de salir a las calles a proclamar y explicar lo que es la nueva evangelización, lo cual es un ministerio que merece nuestra atención, pero no olvidemos de callarnos de vez en cuando y sentarnos a los pies de Jesús para escucharle a Él, a ese Jesús "que tiene palabras de vida eterna".

Oremos y trabajemos por una Iglesia que es y ofrece hospitalidad. Trabajemos y oremos por una Iglesia que se sienta a los pies de Jesús, escucha la Palabra de Jesús y se convierte en heraldo de la misma, con palabras y con obras.

jueves, 18 de julio de 2013

La doctrina social de la Iglesia y el capitalismo. Actitudes de los papas por Agustín Ortega , Centro Loyola e ISTIC (artículo resumido)


Ha causado revuelo el mensaje moral y social de la iglesia, en este caso, del papa Francisco sobre "el capitalismo salvaje como causante de la crisis"(21 de Mayo 2013, Roma).

No es la primera vez que un papa crítica el capitalismo. En 1931, en el contexto de la grave crisis de 1929, Pío XI decía sobre el capitalismo: "Hemos examinado la economía actual y la hemos encontrado plagada de vicios" (Quadragesimo Anno, n. 28). Esta enseñanza la profundizaría Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio, en el año 1967.

Como señalan estudiosos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la Iglesia ha criticado los sistemas injustos. Muchas veces se ha manipulado esta DSI. La iglesia se ha opuesto a los principios del comunismo y también del capitalismo.

En la encíclica social de Juan Pablo, en 1991, la Centesimus Annus (CA), se tergiversó un pasaje, (el n. 42), para decir que el papa justificaba el capitalismo. Nada más lejos de la realidad. Algunos mezclaron cosas como que la iglesia y el papa acepta la economía de libre mercado —que es cierto—, confundiendo esta libertad económica con el capitalismo, que es muy distinto.

Juan Pablo II, en el n. 42 de la CA, se resiste a identificar capitalismo con economía libre. Al final del n. 42, Juan Pablo II se opone al capitalismo y a su fanatismo de mercado. Aunque haya fracasado el comunismo, que según el papa es un capitalismo de estado, Juan Pablo II no acepta tampoco el capitalismo como alternativa (CA 35).

El capitalismo es inhumano porque da prioridad a las cosas sobre las personas y margina a los pobres (CA 34). El papa Juan Pablo II denuncia que la ideología liberal-burguesa antepone el individualismo a la dignidad del ser humano (CA 33, 35 y 42).

Benedicto XVI sigue el mismo camino y nos dice que "tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para crear de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas. Esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa" (Aparecida, 4).

En su último Mensaje de la Paz, Benedicto XVI denunciaba el descontrol del capitalismo, hoy sobre todo financiero, que causa "alarma por la creciente desigualdad entre ricos y pobres, por el predominio de una mentalidad egoísta e individualista" (n. 1). El papa clamaba por "un nuevo modelo económico, ya que el que ha prevalecido en los últimos decenios valora a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad" (n. 5). El Catecismo de la Iglesia rechaza el capitalismo ya que promueve "el individualismo y la primacía de la ley de mercado sobre el trabajo humano" (n. 2425).

Los principios y valores de la DSI van en contra del capitalismo. La DSI enseña que no se puede vivir en la codicia y en la riqueza. La solidaridad no es solo compartir y distribuir lo superfluo, lo que nos sobra, sino incluso lo que necesitamos para vivir, como nos recuerda el Vaticano II (GS 69) y Juan Pablo II (SRS 31).

El individualismo neo-liberal es una falsificación de la libertad cristiana, la cual consiste en comprometerse por la solidaridad con los pobres. La economía y el mercado se deben situar en el marco moral del bien común, la solidaridad y la justicia con los pobres (Catecismo, 2425).

El destino universal de los bienes está por encima de la propiedad privada, que es para todos y tiene un carácter social, como nos enseña el Vaticano II (GS 69) y Juan Pablo II (LE 14). De ahí una clave esencial de la DSI, como es el trabajo y un salario digno para las personas y sus familias (LE 19) porque el trabajo, la realización y dignidad del trabajador tiene prioridad sobre el capital (beneficio, medios de producción..., LE 13).

La economía financiera especulativa y usurera es inmoral, con sus créditos e intereses abusivos y nada éticos. Por eso, debe dejar paso a una economía que sirva al trabajo, al empleo y al desarrollo integral, como ya manifestaba León XIII (RN 1), Juan Pablo II (CA 43), el reciente compendio de DSI (369-72) y continuaría enseñando Benedicto XVI (CIV 65).

La DSI pertenece a la misión evangelizadora de la iglesia, a la enseñanza de la iglesia sobre el ser humano. La DSI no es solo una teoría o enseñanza sino un estimulo en el compromiso por el bien común y la justicia con los pobres. Los pobres son los principales protagonistas de la misión, tal como nos enseña la tradición de la iglesia, el Vaticano II (LG 8, AA 8) y los obispos españoles (IP 9 y 132). La vida y dignidad de toda persona se enraíza en el Dios Trinitario. La Trinidad es la fuente y modelo de solidaridad, de compromiso por el bien común, la paz y la justicia con los pobres.

Es posible otro mundo si creemos en la esperanza. Si los cristianos, tenemos fe en la Pascua y Resurrección de Jesús, en la vida eterna. Si seguimos a Jesús acogiendo el don de su salvación liberadora en el amor fraterno, en la paz y la justicia que se anticipa ya en la historia y que vencerá a toda injusticia, mal y muerte.

Como testimoniaron lo santos y testigos de la fe, como nos testificaron todos estos queridos Papas, sucesores de Pedro, hasta llegar al Papa Francisco, Pastor y Profeta del Pueblo de Dios.

sábado, 6 de julio de 2013

14 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, C, por Julio González, S.F.

Comentario de Julio González SF

Las lecturas de este Domingo de la Semana XIV del Tiempo Ordanario, Año C, nos recuerdan que el Señor no vino a instruir, a reunir, a sanar, a un grupo de escogidos sino a toda la humanidad. Por eso, cuando el profeta Isaías dice en la primera lectura: “Festejad a Jerusalén, gozad con ella, os saciaréis de sus consuelos...”, Isaías sabe que la ciudad santa de Jerusalén no pertenece a una nación, a un reino, a una cultura, sino que en Jerusalén se congregarán todas las naciones, todos los reinos, todas las culturas.

Cuando Lucas dice en el evangelio: “Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él”, Lucas nos vuelve a recordar que el evangelio no está pensado solo para unos pocos, sino para que todos, ¡tooooodos!, tengamos cabida en él. Sí, también usted, que tal vez no se encuentra hoy en su mejor momento y la depresión, la enfermedad, la tristeza, o tal vez, el rencor, la envidia, el orgullo, están sembrando el desánimo y la duda en su corazón.

Jesús conoce nuestros sufrimientos y nuestras tentaciones. Por eso, ya nos ha avisado: “Mirad que os envió como corderos en medio de lobos”. Al decir esto, Jesús no piensa solamente en los doce sino en los setenta y dos, es decir, en todos nosotros.

Tal vez, nuestra mayor tentación sea la de querer ser lobos..., es normal. Vivimos en un mundo en el que los lobos parecen ser los ganadores y los corderos parecen ser los perdededores. Sin embargo, Jesús —nuestra fe—  no puede ser alimento para lobos, serpientes o escorpiones.

Oremos para que la palabra de Dios ilumine este Día del Señor y nos prepare para entrar en comunión con él a lo largo de la semana.

14 DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, C, por Mons. Francisco González, S.F.



Comentario de Mons. Francisco González SF

En la primera lectura de hoy, nos encontramos al final del libro del profeta Isaías. Ahí se nos habla de Jerusalén en la que sus habitantes van a encontrar alegría, consuelo, esperanza y sobre la que Dios va a mandar un río de paz. Este es un pasaje de gran consolación para todos nosotros. Jerusalén es para su gente "la madre que acaricia a sus hijos, que los consuela". La Iglesia también es nuestra madre donde podemos y debemos encontrar la salvación, pero no olvidemos que tanto en la Iglesia como en Jerusalén, el causante de todo ese bien, de todas esas bendiciones es Dios mismo, no nosotros.

¡Qué bueno si en nuestras iglesias, si en nuestras parroquias, supiéramos vivir disfrutando de esa paz verdadera que Cristo ofreció y dio a los apóstoles después de la Resurrección¡ Y que el profeta Isaías anunció: Yo voy a hacer correr hacia ella (Jerusalén/Iglesia), como un río, la paz.

En el Santo Evangelio de hoy seguimos a Jesús en su subida a Jerusalén. Si el domingo pasado vimos como instruía a sus discípulos acerca de las condiciones de su seguimiento, hoy nos habla de la paz. Cuando manda a los setenta y dos discípulos, les manda que saluden: "Paz en esta casa". Porque no hay otra alternativa, al anunciar el Reino de Dios hay que hacerlo desde la perspectiva de la paz, pues eso es lo que nos trae: paz.

Este es el segundo envío que hace Jesús. En el primero los doce apóstoles (representando el primer pueblo de Dios) predican a ese mismo pueblo. Ahora son setenta y dos, tal vez para indicar la universalidad del mensaje, pues como leemos en Gn.10, setenta era, según la enseñanza judía, el número de las naciones paganas. Jesús busca la salvación de todo el mundo, o sea, del mundo judío y del mundo pagano.

"Pidan, decía Jesús, al dueño de la cosecha que envíe obreros". Pedir o rogar es una actitud que, en sí misma, ya reconoce una necesidad. Hoy se nos pide que recemos por la nueva evangelización y por el aumento de las vocaciones (obreros y obreras), al sacerdocio y vida religiosa. Hoy, como entonces, no solamente los apóstoles (obispos y sus colaboradores inmediatos, los sacerdotes) son enviados a predicar "la buena nueva", sino también los seglares (los setenta y dos discípulos). Hoy, como entonces, el evangelizador debe entender que es enviado "como cordero entre lobos".

Hoy, como entonces, el evangelizador debe apoyarse en el poder de Dios y no tanto en su propio valor. Hoy, como entonces, el predicador evangélico se verá rechazado por los valores del mundo de nuestros días. Hoy, como entonces, los verdaderos discípulos podrán volver de su misión con la gran alegría de haber anunciado el evangelio, aunque a veces traigan en sus cuerpos las marcas de las heridas. Hoy, como ayer, los discípulos deben regocijarse de que "sus nombres están escritos en los cielos".

El discípulo que se precia como tal, debe sentirse orgulloso, al estilo de Pablo (2º lectura), de estar crucificado con Cristo. Por la cruz ha empezado una nueva creación y de la cruz proviene la paz y la misericordia de Dios.

Por el bautismo que hemos recibido tenemos una vocación, se nos ha confiado una misión: el Reino de Dios. No perdamos tiempo conversando con las distracciones que nos impiden anunciarlo a voz en grito.

jueves, 4 de julio de 2013

El papa Francisco invitó a cenar a 200 mendigos en el Vaticano


El pasado lunes, Francisco invitó a cenar a unos 200 mendigos que fueron recibidos y atendidos en su nombre, por el Presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Cardenal Giuseppe Bertello.

Según informó el 3 de julio el diario de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, la autoridad vaticana acompañó durante la velada a los invitados, con quienes intercambió palabras, impresiones, y vivencias personales.

"Les doy la bienvenida en nombre del Papa. Como saben, ésta es su casa y se alegra porque nos acompañen aquí", dijo el Cardenal Bertello a los mendigos antes de servir la cena.

La velada se desarrolló en la plaza situada dentro de los jardines ante la réplica de la Gruta de la Virgen de Lourdes. La cena fue organizada por el Círculo de San Pedro, y es parte de una de las tantas que la organización vaticana gestiona durante todo el año en el centro de acogida nocturno que dirigen en la ciudad de Roma "como signo concreto de la caridad del Papa".

Los comensales llegaron a bordo de cuatro autobuses, y fueron asistidos por 122 socios de Círculo de San Pedro. Los mendigos que tomaron asiento son algunos de los muchos a los que el Círculo de San Pedro ayuda a vivir dignamente cada día mediante la provisión de un plato de comida, una cama, un techo bajo el que dormir, y ropas para vestirse.

El menú fue cocinado por un equipo de chefs llegados de Nápoles, conocidos en Italia por la calidad de su cocina, y los socios del Círculo hicieron de camareros y sirvieron las mesas ayudados por sus mujeres y sus hijos. Además, la Banda del Cuerpo de Gendarmería tocó un largo repertorio y la música también formó parte de esta singular noche.

Antes de concluir, los voluntarios entregaron a cada uno de los huéspedes un paquete con productos de pastelería, fruta fresca y un Rosario.