sábado, 30 de mayo de 2015

SÁBADO DE LA OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Eclesiástico 51,17-27
Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón
Marcos 11,27-33

Eclesiástico 51,17-27

Doy gracias y alabo y bendigo el nombre del Señor. Siendo aún joven, antes de torcerme, deseé la sabiduría con toda el alma, la busqué desde mi juventud y hasta la muerte la perseguiré; crecía como racimo que madura, y mi corazón gozaba con ella, mis pasos caminaban fielmente siguiendo sus huellas desde joven, presté oído un poco para recibirla, y alcancé doctrina copiosa; su yugo me resultó glorioso, daré gracias al que me enseñó; decidí seguirla fielmente, cuando la alcance no me avergonzaré; mi alma se apegó a ella, y no apartaré de ella el rostro; mi alma saboreó sus frutos, y jamás me apartaré de ella; mi mano abrió sus puertas, la mimaré y la contemplaré; mi alma la siguió desde el principio y la poseyó con pureza.

Salmo 18: Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.
R. Los mandatos del Señor son rectos 
y alegran el corazón

Marcos 11,27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?" Jesús les respondió: "Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme." Se pusieron a deliberar: "Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres..." (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: "No sabemos." Jesús les replicó: "Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto."

VIERNES DE LA OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I

Eclesiástico 44,1.9-13
Salmo 149: El Señor ama a su pueblo
Marcos 11,11-26

Eclesiástico 44,1.9-13

Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. Hay quienes no dejaron recuerdo, y acabaron al acabar su vida: fueron como si no hubieran sido, y lo mismo sus hijos tras ellos. No así los hombres de bien, su esperanza no se acabó; sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasa de hijos a nietos. Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará.

Salmo 149,1-2.3-4.5-6a.9b
R. El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
R. El Señor ama a su pueblo

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
R. El Señor ama a su pueblo

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles.
R. El Señor ama a su pueblo

Marcos 11,11-26

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
— Nunca jamás coma nadie de ti.» Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo:
— ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
— Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó:
— Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.

viernes, 29 de mayo de 2015

Marcos 11,11-26: "Entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí"

Marcos 11,11-26
Viernes de la 8 Semana del Tiempo Ordinario I

Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo:
— Nunca jamás coma nadie de ti.
Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía, diciendo:
— ¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos" Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
— Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó:
— Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.

jueves, 28 de mayo de 2015

JUEVES DE LA OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año I (Lecturas)

Eclesiástico 42,15-26
Salmo 32: La palabra del Señor hizo el cielo
Marcos 10,46-52

Eclesiástico 42,15-26

Voy a recordar las obras de Dios y a contar lo que he visto: por la palabra de Dios son creadas y de su voluntad reciben su tarea. El sol sale mostrándose a todos, la gloria del Señor se refleja en todas sus obras. Aun los santos de Dios no bastaron para contar las maravillas del Señor. Dios fortaleció sus ejércitos, para que estén firmes en presencia de su gloria. Sondea el abismo y el corazón, penetra todas sus tramas, declara el pasado y el futuro y revela los misterios escondidos. No se le oculta ningún pensamiento ni se le escapa palabra alguna. Ha establecido el poder de su sabiduría; es el único desde la eternidad; no puede crecer ni menguar ni le hace falta un maestro. ¡Qué amables son todas sus obras!; y eso que no vemos más que una chispa. Todas viven y duran eternamente y obedecen en todas sus funciones. Todas difieren unas de otras, y no ha hecho ninguna inútil. Una excede a otra en belleza: ¿quién se saciará de contemplar su hermosura?

Salmo 32: La palabra del Señor hizo el cielo

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.
R. La palabra del Señor hizo el cielo

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R. La palabra del Señor hizo el cielo

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
R. La palabra del Señor hizo el cielo

Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.
R. La palabra del Señor hizo el cielo

Marcos 10,46-52

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: "Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí." Jesús se detuvo y dijo: "Llamadlo." Llamaron al ciego, diciéndole: "Ánimo, levántate, que te llama." Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le contestó: "Maestro, que pueda ver." Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado." Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.

miércoles, 27 de mayo de 2015

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, Año impar (Lecturas)

Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19
Salmo 78: Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia
Marcos 10,32-45

Eclesiástico 36,1-2a.5-6.13-19

Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones, para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti. Renueva los prodigios, repite los portentos. Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente. Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito; ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo. Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria. Da una prueba de tus obras antiguas, cumple las profecías por el honor de tu nombre, recompensa a los que esperan en ti y saca veraces a tus profetas, escucha la súplica de tus siervos, por amor a tu pueblo, y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios eterno.

Salmo 78: Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia

No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.
R. Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia

Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.
R. Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte.
R. Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia

Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación.
R. Muéstranos, Señor la luz de tu misericordia

Marcos 10,32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: "Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará."

Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: "Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir." Les preguntó: "¿Qué queréis que haga por vosotros?" Contestaron: "Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda." Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?" Contestaron: "Lo somos." Jesús les dijo: "El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está reservado."

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos."

sábado, 9 de mayo de 2015

DOMINGO DE LA 6 SEMANA DE PASCUA, Año B

Hechos 10,25-26.34-45.44-48
Salmo 97: “El Señor rebela a las naciones su justicia”
1 Juan 4,7-10
Juan 15,9-17

Hechos 10,25-26.34-45.44-48

Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio salió a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo levantó diciendo:
– Levántate, que soy un hombre como tú
Pedro tomó la palabra y dijo:
– Está claro que Dios no hace distinciones: acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió:
– ¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.

Salmo 97: El Señor rebela a las naciones su justicia

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas,
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R. El Señor rebela a las naciones su justicia

El señor de a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R. El Señor rebela a las naciones su justicia

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
R. El Señor rebela a las naciones su justicia

1 Juan 4,7-10

Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que me ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Juan 15,9-17

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
– Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.

Símbolos de la Ceremonia de Confirmación


jueves, 7 de mayo de 2015

San José Manyanet: Al Servicio de la Familia (vídeo)

El Sacramento de la Eucaristía: Primera...¿y última comunión?


Primera...¿y última comunión?


14 de mayo: Fiesta de San Matías, por Julio González, S.F.

El evangelio que nos propone la liturgia de hoy (fiesta de san Matías) nos presenta el origen de una familia, de una comunidad, de la Iglesia.

Juan 15:9-17

“Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros."

Comentario:

La espiritualidad de la Sagrada Familia anima la vida de la comunidad joánica. No se trata de una comunidad de "siervos" sino de una comunidad de "amigos", cuya amistad se inspira en el amor entre Jesús y el Padre; por eso, nosotros la llamamos familia de hermanos y hermanas.

La primera iglesia doméstica se forma en un lugar llamado Nazaret, pero no estaba destinada solamente a ser una iglesia local. La universalidad de la Iglesia se manifiesta por primera vez en Nazaret: en el amor de Nazaret, en los diálogos de Nazaret, en las comidas de Nazaret, en los desafíos de Nazaret..., pero no termina en Nazaret.

La Iglesia no nace en un instante o en una noche. Es cierto que necesitamos celebrar determinadas fechas, pero la Iglesia es, en palabras del apóstol Pablo, un "cuerpo" que se va gestando laboriosamente. Por eso, los cristianos no escuchamos las palabras de Jesús para "recordarlas" sino como una llamada, un desafío, una tarea que todavía nos está esperando.

La Iglesia debe inspirarse en el modelo de la Sagrada Familia para ser familia, o según el evangelio de san Juan: para ser una “comunidad de amigos”, cuya amistad se inspira en la relación de Jesús con el Padre; de lo contrario, se convierte en una institución más.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Bautizas a tu hijo y desapareces hasta la Primera comunión?


Una parroquia de Madrid (España) mantiene el contacto permanente con los fieles a través de una aplicación móvil


Del mes de mayo y la Virgen María, ¿una tradición de origen español?, por Luis Antequera


Juan 15,1-8: Permaneced en mi amor, por Julio González, S.F.

Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

Comentario por Julio González, S.F.

Jesús no tuvo la menor duda del mensaje que debía transmitir al final de sus días a sus discípulos: "Permaneced en mi amor".

Sabia lo que se avecinaba. La gran tentación es separarnos de quienes no nos entienden, de quienes nos contradicen, de quienes ponen a prueba nuestra fe y nuestra paciencia. Por eso, el mensaje de Jesús al final de este tiempo de Pascua es "yo soy la viña y vosotros sois los sarmientos", "la rama que se separa se seca", "permaneced en mi amor".

"Permaneced en mi amor" quiere decir: "No os separeis, no os dividais, no os ataqueis, no os condeneis, sino creced juntos, soportaros los unos a los otros en las contradicciones, debilidades, traiciones..." Vuestras discusiones, tensiones, peleas..., deben ser la oportunidad para demostraros mutuamente que vuestro amor es más fuerte que vuestro pecado, vuestra fe más fuerte que vuestras ideas, vuestra esperanza más fuerte que vuestros fracasos. Porque vuestra unión no ha surgido de vuestros deseos y planes sino de mis deseos y planes para vosotros. Y mi deseo es que permanezcáis unidos.

La tentación del sacerdote es separarse de la comunidad y del pueblo que esta llamado a servir. A veces, con la excusa de servir a Dios, los sacerdotes crean su propio su grupo, su clase, su élite aristocrática.

A veces, la tentación del bautizado es separarse de su sacerdote y de sus hermanos, sobre todo cuando estos no le dicen lo que desea escuchar. Por eso, Jesus nos dice a todos: "Permaneced en mi amor", y "permanecéis en mi amor cuando os amáis los unos a los otros como yo os he amado".

El lugar donde aprendemos a amarnos, a discutir, a perdonarnos, es la familia, en el hogar. Muy débil es la familia que cuando hay una discusión se condenan los unos a los otros, crean bandos y se separan.

El lugar donde el sacerdote aprende a amar, a discutir, a perdonar, es la comunidad. Muy débil es la fe del sacerdote que cuando discute con sus hermanos y hermanas, renuncia a servirlos y se separa de ellos.

A todos, Jesus nos dice: "Permaneced en mi amor".

La comunidad cristiana es donde el sacerdote, y todos los bautizados, aprendemos a amarnos como Dios nos ha amado. Si la comunidad cristiana se divide porque no se soporta, entonces, nuestra fe no es creíble.

MIÉRCOLES DE LA QUINTA SEMANA DE PASCUA (lecturas)

Hechos 15,1-6
Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor
Juan 15,1-8

Hechos 15,1-6

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia. La Iglesia los proveyó para el viaje; atravesaron Fenicia y Samaría, contando a los hermanos cómo se convertían los gentiles y alegrándolos mucho con la noticia. Al llegar a Jerusalén, la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros los recibieron muy bien; ellos contaron lo que Dios había hecho con ellos. Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, intervinieron, diciendo: "Hay que circuncidarlos y exigirles que guarden la ley de Moisés." Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto.

Salmo 121: Vamos alegres a la casa del Señor

¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestro pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

COMENTARIOS:
Julio González, S.F.

JUBILEO DE LA MISERICORDIA: Web oficial


martes, 5 de mayo de 2015

En el 15 aniversario de mi ordenación sacerdotal: "Gracias, Señor".

Gracias, Señor, por el regalo de la fe
y la llamada al servicio
en la familia de los hijos e hijas de Dios.

Tú, que conoces mis debilidades y pecados,
renueva otra vez en mí el don
de la fidelidad, la alegría,
la sabiduría, el sacrificio,
la paz, la caridad,
y otros muchos dones que sabes
que necesito para la misión
que me encomendaste el día
de mi ordenación sacerdotal.

Que mi humildad sea más visible que mi orgullo,
que mi disponibilidad sea más visible que mi bienestar,
que mi valentía sea más visible que mis temores,
que mi perdón sea más visible que mi enfado,
que mi luz sea más visible que mi oscuridad,
que mi amor sea más visible que mi egoismo,
en fin, que Tú seas más visible que yo.

Confío siempre en tu guía y protección
a sabiendas de que incluso cuando soy
un obstáculo para tus planes y providencia,
Tú encuentras la manera de hacer que donde
abundó el pecado sobreabundó tu gracia.

Por todo ello, gracias, Señor.

lunes, 4 de mayo de 2015

Juan 14,21-26: "El que me ama guardará mi palabra, mi Padre lo amará, y haremos morada en él"

Juan 14,21-26
Lunes de la 5 Semana de Pascua

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

viernes, 1 de mayo de 2015

Los enfermos en la pastoral parroquial

¿Existe una relación cierta entre jubileo judío y jubileo cristiano?, por Luis Antequera

Y bien, visto en lo que consiste el jubileo cristiano (pinche aquí para conocerlo mejor) y el jubileo judío (pinche aquí para hacer lo propio), la pregunta que nos hacemos hoy es: ¿existe efectivamente algún paralelo entre uno y otro?

El nombre, “jubileo”, procede del “jobel” o corneta hecha de cuerno de carnero con la que los judíos anunciaban a los cuatro vientos su apertura. En el ámbito cristiano dicha práctica no se lleva a efecto, y de existir algún rito característico que marque la inauguración o apertura del año, dicho rito es el de la rotura de los sellos de las puertas santas de los templos que se visitan, rito que, por cierto, no se daba entre los judíos.

Sin salir de lo que atañe al nombre, vimos que ni siquiera el papa Bonifacio VIII que instituye el jubileo lo llama así en la bula “Antiquorum fida relatio” con la que lo hace, sino que es un nombre que le viene dado por los propios peregrinos del que el primero en hacerse eco es el gran escritor Dante Alighieri en su “Inferno” y poco después también el cronista del primer jubileo, el Cardenal Stefaneschi, en su obra “De Anno Jubileo”.

En segundo lugar, desde el momento en el que el cristianismo rompe con el judaísmo, -un proceso que se inicia con el Concilio de Jerusalén del año 47 y que se puede considerar culminado para finales del s. I, con incluso la posible excomunión del cristianismo desde las instancias judías-, hasta que Bonifacio VIII convoca el primer jubileo cristiano en el año 1300, pasan no menos de doce siglos completos, si no más, por lo que también desde este punto de vista queda bastante invalidada toda relación entre una institución, el jubileo cristiano, y la otra, el jubileo judío.

Desde el punto de vista de la periodicidad en que uno y otro jubileo se producen, también la relación es bastante cuestionable, porque mientras el jubileo judío se convocaba cada cincuenta años, el cristiano lo hace cada veinticinco, y además, está abierto, como no lo está el judío, a que según hemos visto acontecer justamente estos días, se convoque un jubileo extraordinario fuera de fecha.

La única similitud desde este punto de vista radica en que en ambos casos no se trata de una celebración que dure un día, sino que dura un año, y en ambos casos se convoca tras dejar transcurrir un largo período de tiempo. También es cierto que hubo un Papa, Nicolás V (1447-1455) que, quizás buscando esa referencia, ese apoyo en el jubileo judío, en 1450 intenta marcar la regla de que el jubileo cristiano se declare cada cincuenta años. Pero no menos cierto es que ello no llegó a ocurrir nunca, pues sin ni siquiera convocarse el siguiente jubileo de acuerdo con la regla establecida, ya antes otro ocupante de la silla de Pedro, Pablo II (1464-1471), vuelve a sentar la diferencia estableciendo, según ha quedado marcado a fuego, que el jubileo cristiano se convoque cada cuarto de siglo.

Y desde lo que constituye su finalidad, ¿existe alguna semejanza entre las consecuencias a las que da lugar el jubileo judío y aquéllas a las que da lugar el jubileo cristiano? Pues bien, hemos tenido ocasión de ver que tampoco. El jubileo judío es un jubileo muy mundano, que ordena el barbecho de la tierra, la reposición de la propiedad a sus propietarios originales y la manumisión de los esclavos (o más bien siervos) judíos en posesión de otros judíos. Mientras que el jubileo cristiano, mucho más trascendente, no impone obligaciones mundanas (a no ser que se consideraran tal la confesión, la comunión y las visitas a las que obliga) y sólo ofrece las indulgencias, o remisión de las penas a cumplir en el otro mundo por los pecados cometidos en éste.

Cabe establecer, si se quiere, un paralelismo entre la manumisión de los esclavos del jubileo judío y la manumisión que respecto de la esclavitud del pecado proporciona el jubileo cristiano. Y forzando aún más la comparación, incluso una segunda, la existente entre la reposición de la propiedad a su propietario original y la reposición del alma pecadora del cristiano a su estado original… pero aquí acaba el paralelismo.

Así pues y para terminar, una sugerente coincidencia en el nombre y poco más. Coincidencia que, por otro lado, a lo mejor tiene más que ver con el parecido fonético existente entre el sustantivo judío “jobel” y el sustantivo latino “iubileus”, y mientras aquel se halla en el fondo de la denominación del jubileo hebreo, éste se hallaría en el del jubileo cristiano, pues una inmensa situación de júbilo (alegría) es la que se supone que produce entre los peregrinos la declaración de un año jubilar. Pero como decimos, poco más.

Fuente: religionenlibertad.com

De san José, santo patrono de la familia, por Luis Antequera


Leo la propuesta realizada por el Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, de nombrar a San José, “modelo de esposo, de padre, y tutor de los jóvenes” y “defensor de los derechos de la mujer y de los niños” según afirma, patrono universal de la familia (octubre 2014). Momento que me ha parecido idóneo para preguntarme por la situación “patronal”, si se me permite la palabra, de San José, el casto esposo de María y padre “según se creía” (Lc. 3, 23) de Jesús.

Y para mi sorpresa, lo primero que me encuentro es que de facto, San José es ya el santo patrono de la familia. No porque lo diga yo, no, sino nada menos que ese gigante del s. XX que fue San Juan Pablo II, quien con ocasión de la famosa visita que realizaba a Cuba, y por cierto, en español, así lo afirmaba el 22 de enero de 1998 en la ciudad de Santa Clara, donde se despedía de los cubanos con estas palabras:

“Lleven mi saludo a todos y llévense a sus hogares, además del recuerdo de esta bella celebración, el afecto y el cariño del Papa. San José, patrono de las familias, y Santa Clara, cuyo nombre lleva esta ciudad, estarán contentos por ustedes e intercederán ante el Señor. ¡Que Dios los bendiga a todos!”.

No es el único patronazgo que ejerce San José. Entre otros muchísimos más o menos oficiales, tanto gremiales como locales, Santa Teresa lo declara santo patrono del Carmelo en 1621, siendo autorizada en 1689 la fiesta del patronato el tercer domingo de pascua. El Opus Dei también se emplaza bajo el santo patronazgo del esposo de María.

Es igualmente santo patrono de los obreros: el 1 de mayo del año 1955, en el discurso que dirige a los obreros reunidos en la Plaza de San Pedro de Roma, y en la intención de dar un sentido cristiano a la festividad del 1 de mayo, el Papa Pío XII instituye, de hecho, la fiesta de San José Obrero, cosa que hace con estas palabras:

“Sea para todos los obreros del mundo [San José], especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.

Ocasión en la que, por cierto y una vez más, aprovecha para ratificar la especial vinculación que une a San José con la familia, y el patronazgo que ejerce sobre ella:

“El humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.

Pero por encima de todos, existe un patronazgo solemne e universalmente proclamado que convierte al padre putativo de Jesús en patrono de la Iglesia Católica, y que es el que realiza Pío IX cuando el 8 de diciembre de 1870, en plena fiesta de la Inmaculada y en plena celebración del Concilio Vaticano I, lo declara santo patrono de la Iglesia Católica, algo que queda solemnemente ratificado en el Decreto “Quemadmodum Deus”, firmado por el Cardenal Patrizi, Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, en estos términos:

“Y puesto que en estos tiempos tristísimos la misma Iglesia es atacada por doquier por sus enemigos y se ve oprimida por tan graves calamidades que parece que los impíos hacen prevalecer sobre ella las puertas del infierno, los venerables obispos de todo el orbe católico, en su nombre y en el de los fieles a ellos confiados, elevaron sus preces al Sumo Pontífice para que se dignara constituir a san José por patrono de la Iglesia. Y al haber sido renovadas con más fuerza estas mismas peticiones y votos durante el santo concilio ecuménico Vaticano, Nuestro Santísimo Papa Pío IX, conmovido por la luctuosa situación de estos tiempos, para ponerse a sí mismo y a todos los fieles bajo el poderosísimo patrocinio del santo patriarca José, quiso satisfacer los votos de los obispos y solemnemente lo declaró Patrono de la Iglesia Católica. Y ordenó que se su fiesta del 19 de marzo se celebrara en lo sucesivo con rito doble de primera clase, sin octava por motivo de caer en cuaresma. También dispuso que esta declaración se publicara por el presente decreto de la Sagrada Congregación de Ritos en este día de la Inmaculada Concepción de la Virgen madre de Dios y esposa del castísimo José”.

Y sin más por hoy queridos amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

Fuente: religionenlibertad.com

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¿Qué nos dicen de San José los evangelios apócrifos?, por Luis Antequera


Al respecto y como tantas veces, la literatura apócrifa nos auxilia en lo relativo al conocimiento de los hechos y personajes relativos a la vida de Jesús. En este caso, y gracias una vez más al Protoevangelio al que nos hemos dirigido para obtener algo más de información sobre la madre de Jesús, sabemos cómo conoce a María y cómo le es dada:

“Al llegar [María a] los doce años, los sacerdotes se reunieron para deliberar, diciendo: “He aquí que María ha cumplido sus doce años en el Templo del Señor, ¿qué habremos de hacer con ella para que no llegue a mancillar el santuario?” [mancillación que se produciría si llegara a tener su primera regla dentro de él, regla que convierte en el judaísmo, y también en el islam, en impura a la mujer] Y dijeron al Sumo Sacerdote: “Tú que tienes el altar a tu cargo, entra y ora por ella, y lo que te dé a entender el Señor, eso será lo que hagamos”” (Prot. 8, 2).

La solución se la susurra un ángel del Señor al sumo sacerdote, quien por cierto, es un viejo conocido de los textos evangélicos, ya que se trata de Zacarías, el padre de San Juan Bautista:

““Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo. Que venga cada cual con una vara, y de aquél sobre quien el Señor haga una señal portentosa, de ése será mujer”. Salieron los heraldos por toda la región de Judea y al sonar la trompeta del Señor, todos acudieron. José dejando su hacha, se unió a ellos y, una vez que se juntaron todos, tomaron cada uno su vara y se pusieron en camino en busca del Sumo Sacerdote. Este tomó todas las varas, penetró en el Templo y se puso a orar. Terminado que hubo su plegaria, tomó de nuevo las varas, salió y se las entregó, pero no apareció señal ninguna en ellas. Mas, al coger José la última, he aquí que salió una paloma de ella y se puso a volar sobre su cabeza. Entonces el sacerdote le dijo: “A ti te ha cabido en suerte recibir bajo tu custodia a la Virgen del Señor”” (Prot. 8, 3-9, 1).

Curiosamente, este episodio del Protoevangelio halla eco en otro libro sagrado que está muy atento a todo aquéllo que concierne a la vida de María. Nos referimos al Corán, fuente cuya antipatía hacia la figura de José es más que evidente, evidente precisamente por la calculada ignorancia hacia su persona, que sólo rompe para hacer una velada referencia a la misma sin ni siquiera citrar su nombre, que es la que traemos aquí a colación:

“Esto forma parte de las historias referentes a lo oculto que Nosotros te revelamos. Tú no estabas con ellos cuando echaban suertes con su cañas, para ver quien de ellos iba a encargarse de María. Tú no estabas con ellos cuando disputaban” (C. 3, 44).

En la literatura apócrifa de la infancia de Jesús, cabe a José un cierto protagonismo. En ella le vemos reprendiendo a su hijo:

“Y José tomó a su hijo aparte y le reprendió diciendo: “¿Por qué haces estas cosas?” (PsTo. 5, 1).

“Vino José al lugar y al verle, le riñó diciendo: “¿Por qué haces en sábado lo que no está permitido hacer?”” (PsTo. 2, 4).

Demasiado a menudo, debatiéndose entre el rigor que le corresponde ejercer como padre, y la sumisión que le debe a su hijo en quien reconoce la elevada misión a la que está llamado. Buena prueba de lo cual, la respuesta que de éste recibe en una de esas regañetas:

“Tú ya tienes bastante con buscar sin encontrar. Realmente te has portado con poca cordura. ¿No sabes qué soy tuyo? No me seas causa de aflicción” (PsTo. 5, 3).

Amén de ello, entre los cristianos coptos circuló un escrito apócrifo expresamente dedicado a la figura de José, datable quizás del s. IV: es la llamada Historia de José el Carpintero, de la que han llegado dos versiones, una en copto y otra en árabe. Presentada bajo la forma de relato de Jesús a los apóstoles, sus datos son en general coherentes con los del Protoevangelio de Santiago ya citado. Nos cuenta la Historia de José el carpintero:

“Había un hombre llamado José, oriundo de Belén, esa villa judía que es la ciudad del Rey David. Estaba miuy impuesto en la sabiduría y en su oficio de carpintero. Este hombre José se unió en santo matrimonio a una mujer que le dio hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras, cuyos nombres eran Judas y Josetos, Santiago y Simón [esto es, los que cita Marcos, cfr. Mc. 6, 3]; sus hijas se llamaban Lisia y Lidia” (HiJoCa. 2, 1).

José habría enviudado, un año después de lo cual, y teniendo nada menos que noventa años, le es entregada por el Templo en régimen de tutela, la niña María, de apenas doce años. Habiendo alcanzado los noventa y dos (y María los catorce, en lo que la Historia de José difiere algo del Protoevangelio, en el que María sería madre con trece años), vería nacer a Jesús “en Belén, en una gruta cercana a la tumba de Raquel, esposa del patriarca Jacob”.

Versión que no casa con otra tradición que circuló entre los cristianos, según la cual, José sería tan virgen como María. A ella se abonan tanto San Jerónimo (n.h.345-m.h.419) como San Agustín, quien escribe:

“Si José no hubiese sido virgen, Dios no le hubiese dado en modo alguno por esposa a la Virgen [...] y esto por una razón muy sencilla: porque si no hubiera sido virgen, hubiera podido atentar contra la virtud de María”

Volviendo a la Historia de José el carpintero, a la edad de ciento once años, teniendo Jesús apenas diecinueve, moriría José a consecuencia de la primera enfermedad que sufría en su larga vida.

Fuente: religionenlibertad.com

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San José, patrono de la gente anónima, por Leonardo Boff


Durante más de veinte años investigué sobre San José en las mejores bibliotecas del mundo. De esa búsqueda resultó un libro de tamaño considerable, «San José, la personificación del Padre» (2005), que personalmente considero, por la edad que tengo, mi "nunc dimitis" (mi despedida) de una reflexión dogmático-sistemática sobre la fé cristiana.

Como todas las cosas, así también José, además de su lado visible de artesano, esposo, padre, educador, posee otro invisible, ligado al Misterio que adquirió una expresión singular en el camino de María, en el de Jesús y en su propio camino. En el libro intento mostrar que él significa la personificación del Padre, así como Jesús lo es del Hijo y María, del Espíritu Santo (...)

San José es una figura de sombra. No dejó ninguna palabra, sólo tuvo sueños que, no sin dificultad, acató y siguió. No sabemos cuando nació ni cuando murió. Sólo sabemos que, valiente y decidido, llevó a su casa a una muchacha embarazada y asumió al hijo poniéndole el nombre de Jesús. Luego tuvo que hacer frente con su familia a la persecución de un monarca sanguinario, huyó al exilio y, al volver, se escondió en un pueblecito del norte, en Nazaret. Inició al hijo en las tradiciones religiosas de su pueblo y le transmitió la profesión de artesano-carpintero. Se dice de él que era un hombre justo. Después, desapareció sin dejar rastro. Únicamente los apócrifos (libros tardíos no aceptados por la Iglesia oficial) saben mucho de José pero de manera fantasiosa y, a veces, ridícula. Llegan a decir que, viudo con seis hijos, se casó con María a los 93 años, estuvo con ella 18 años y murió a los 111.

San José nunca tuvo centralidad en la Iglesia. Solamente después de 800 años aparecieron los primeros sermones sobre él. En 1870 fue proclamado patrono de la Iglesia Universal. En los años 60 el Papa Juan XXIII incluyó su nombre en el canon de la misa (...)

Existe un cristianismo popular, cotidiano y anónimo del que nadie toma nota. En él viven la gran mayoría de los cristianos, nuestros padres, abuelos y parientes que toman en serio el evangelio y el seguimiento de Jesús. Más que patrono de la Iglesia universal, es el patrono de la Iglesia doméstica, de los hermanos y hermanas más pequeños de Jesús. Es un representante de la "buena gente", de la "gente humilde", sepultada en su día-a-día gris, que se gana la vida con mucho trabajo y lleva honradamente a sus familias por los caminos de la honestidad. Se orientan más por el sentimiento profundo de Dios que por doctrinas teológicas sobre Dios. Para ellos, como para José, Dios no es un problema sino una luz poderosa para solucionarlos.

En este ambiente creció Jesús. Su relación con José a quien llamaba padre debe haber sido tan íntima que sirvió de base para sentir a Dios como “Papá” (Abba) y trasmitirnos esa experiencia liberadora. Esto ya es suficiente para estarle eternamente agradecidos.

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De la fiesta de San José obrero: una breve reseña, por Luis Antequera

SAN JOSÉ
por John Collier
El 1 de mayo, celebra la Iglesia Católica una festividad referida al que fuera padre putativo de Jesús en la tierra, San José, bajo la advocación, en esta ocasión, de San José obrero. Momento más que adecuado para preguntarse por la historia de la fiesta.
Pues bien, la verdad es que la fiesta es bastante moderna, instituída, como lo fue, por el Papa Pío XII, que lo hace el 1 de mayo del año 1955 mediante un discurso que pronuncia ante los obreros reunidos aquel día en la Plaza de San Pedro de Roma. El discurso es el siguiente:
“Aquí, en este día 1 de mayo, que el mundo del trabajo se ha adjudicado como fiesta propia, Nos, Vicario de Jesucristo, queremos afirmar de nuevo solemnemente este deber y compromiso, con la atención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa repartición de derechos y de deberes.

Tomado en este sentido por los obreros cristianos el 1 de mayo, recibiendo así, en cierto modo, su consagración cristiana, lejos de ser fomento de discordias, de odios y de violencias, es y será una invitación constante a la sociedad moderna a completar lo que aún falta a la paz social. Fiesta cristiana por tanto, es decir, día de júbilo para el triunfo concreto y progresivo de los ideales cristianos de la gran familia del trabajo.

A fin de que os quede grabado este significado nos place anunciaros nuestra determinación de instituir, como de hecho lo hacemos, la fiesta litúrgica de San José Obrero, señalando para ella precisamente el día uno de mayo ¿Os agrada, amados obreros, este nuestro don? Estamos seguros que sí, porque el humilde obrero de Nazaret no solo encarna, delante de Dios y de la Iglesia, la dignidad del obrero manual, sino que es también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
A nadie se le oculta que la principal razón de la fiesta en cuestión, dentro del espíritu sincrético que siempre ha animado la evangelización, no es otra que dotar de un sentido cristiano una fiesta pre-existente, la del 1º de mayo que celebraban, ya entonces, todos los obreros del mundo. Al propio pontífice no se le caen los anillos por reconocerlo: “Tomado en este sentido por los obreros cristianos el 1 de mayo […], es y será una invitación constante a la sociedad moderna a completar lo que aún falta a la paz social. Fiesta cristiana por tanto […] de la gran familia del trabajo”.

Ante lo cual, sólo nos queda formularnos una pregunta: ¿por qué el 1 de mayo es precisamente la fiesta de los trabajadores?
Pues bien, desde tal punto de vista estrictamente “laico”, el 1 de mayo no empieza a celebrarse sino en 1890, por acuerdo de la Segunda Internacional celebrada en París, si bien los hechos que dan lugar a él son algo anteriores, y datan del 1 de mayo de 1886, fecha en la que en la ciudad norteamericana de Chicago tiene lugar la que se da en llamar la Revuelta del Haymarket, en la que los trabajadores norteamericanos reivindicaban la jornada laboral de 8 horas. Lo cierto es que mientras la policía intentaba disolver la manifestación, fue lanzada una bomba. Detenidos ocho obreros, cinco de ellos fueron condenados a muerte y ejecutados, mientras los otros tres recibían penas de reclusión.
Y bien amigos, sin más por hoy sino desear a Vds. un feliz día de San José Obrero.