sábado, 4 de noviembre de 2017

¿Por qué le decimos “padre” al sacerdote si supuestamente la Biblia lo prohíbe? por Steven Neira

Referirse al sacerdote como “padre” ha sido una práctica de la Iglesia desde los primeros siglos del Cristianismo. San Pablo se refiere a sí mismo como un “padre” para los Corintios:

“No os escribo esto para avergonzaros, sino para haceros recapacitar, porque os quiero como a hijos; porque tendréis mil tutores en Cristo, pero padres no tenéis muchos; por medio del Evangelio soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús” (1 Cor 4,15)

EL CONTEXTO

“Pero vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos” (Mt 23,8-9).

Cuando Jesús pide no llamar “padre” a nadie está criticando el uso del ejercicio de la autoridad por los escribas y fariseos. Jesucristo recuerda a quienes tienen un puesto de autoridad que su liderazgo no es para dominar a sus semejantes sino para prestarles un servicio. El servicio es el corazón del sacerdocio.

Jesucristo no critica el título en sí mismo sino a quienes buscan estos títulos como una forma de ponerse por encima de los demás. La Iglesia está muy de acuerdo con esta crítica.

EL PRETEXTO

La Iglesia está muy al tanto de las palabras de Jesús y aun así los sacerdotes católicos han sido llamados “padres” desde los primeros siglos. ¿Cuál es el problema? ¿La Iglesia está haciendo la vista gorda?

En el mismo episodio Jesús nos pide no llamar a nadie “maestro” pero por alguna razón a nadie parece molestarle que llamemos “maestro” a quienes enseñan en la escuela. Si tomamos la cita al pie de la letra, ¿cómo llamaremos a nuestros padres? ¿progenitores? Cristo no pide un simple cambio de “padre” y “maestro” por “progenitor” e “instructor”. Debemos tener una visión más profunda de lo que el Señor quiso decir. Creo que ha quedado bastante claro: el verdadero sentido de la autoridad.

ENTONCES…

Cuando llamamos a un sacerdote “padre”, reconocemos que a través de la autoridad dada por Cristo comparten la misión de guiar y sostener la vida espiritual de los fieles. No toman el puesto de Dios; su trabajo es guiarnos y apoyar nuestra madurez espiritual como hijos de Dios, pues al final, tanto ellos como nosotros oramos juntos diciento: “Padre nuestro que estás en el Cielo…”

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